Confort...

Fácil definición de difícil explicación, ya que depende de un mundo de variables, todas ellas subjetivas e incluso culturales. A pesar de ello, intentaremos enfrentarnos a la tarea:
La temperatura y la humedad ambiental, el sistema de iluminación, la contaminación acústica, la calidad del aire, entre otros factores, afectan el bienestar y por ende la productividad de las personas.
Reaccionamos diferente a la iluminación natural y a la iluminación artificial
El estudio “Effects of realistic office daylighting and electric lighting conditions" donde "visual comfort, alertness and mood”, dirigido por la profesora Mirjam Muench, analizó el impacto de la iluminación en las personas y recoge las diferencias entre las expuestas a la luz natural y las expuestas a la luz artificial . Con luz natural estamos más despiertas, disfrutamos de mayor bienestar y buen estado de ánimo, incluso en la tarde.
La luz artificial nos altera los niveles de cortisol. La exposición a luz tenue y el exceso de luz artificial nos provocan somnolencia y nos estresan.
La investigación de la profesora Mirjam Muench concluye que con un par de horas de luz natural conseguimos buenos niveles de cortisol.
Las temperaturas entre 20 °C y 25 °C nos hacen más felices y más productivas
El estudio The Substitutability of Physical and Social Warmth in Daily Life, del profesor John A. Bargh y de la profesora Idit Shalev, de la Yale University, evidencia que la calidez social y la frialdad social pueden ser inducidas con calor o frío físico y viceversa; las personas identificamos la sensación de calidez social con la sensación de calidez física; la frialdad física nos aumenta significativamente la sensación de soledad. Estos resultados sugieren que el calor físico y social son, en cierta medida, intercambiables en la vida diaria.
Los ambientes cálidos también nos hacen más productivos. El estudio “Linking Enviromental Conditions tono Productivity” dirigido por el profesor Alan Hedge, a la Cornell University, analizó el impacto de la temperatura ambiente en la productividad:
Temperaturas entre 20 °C y 25 °C consiguieron reducir los errores de escritura en un 44%
Si tenemos frío, utilizaremos más energía para mantener la temperatura corporal y tendremos menos energía para concentrarnos, para inspirarnos y para focalizarnos.
Una vez mencionados esos serios estudios, podemos aterrizar el confort a ciertos detalles diarios.
Empecemos con la luz. Imagínese en el baño de un hotel, donde las luces quedan por detrás de la persona. Resultado: Usted nunca se verá bien la cara con lo que un simple afeitado o un maquillaje serán complicados y con final no exitoso. Otro: en la oficina, situe su pantalla del computador mirando a una ventana. El resultado es que no la verá bien, se le llenará de reflejos y tendrá que esforzarse y se cansará en poco tiempo.
Ahora bien: ¿Luz artificial blanca o luz cálida?
Sigamos con la temperatura. Un ambiente demasiado frío o demasiado caliente es obvio que va a generarnos una situación de estrés que debilitará el resultado de lo que estemos haciendo. Ahora bien: no es lo mismo hacer una actividad activa o pasiva (barrer o teclear, por ejemplo), y además cada persona tenemos un termostato personal (peleas en las oficinas por la intensidad de la calefacción o de la refrigeración)
La humedad: se imaginan trabajando o viviendo en un sótano mohoso por la humedad, o en una de las chozas levantadas al lado de tantas ciénagas como hay en Colombia en pleno invierno colombiano?
Otra: es confortable estar tumbados al sol en una tumbona, con una piña colada o un mojito helados en la mano, al lado de una piscina a las 12 del día en… Girardot, por ejemplo? O en Cartagena?
El confort ideal, pues, es extremadamente subjetivo. Pero tod@s coincidiremos en que hay unos extremos que nos molestan y contra los que se puede luchar con armas muchas veces más fáciles y económicas de lo que pensamos. En las construcciones: aislamientos en muros exteriores, ventanas y balcones que cierren bien, de materiales con rotura de puente térmico. Aislamientos acústicos en muros exteriores pero también en los interiores. Para toda la vida y sólo se instalan una vez.
En las luminarias, perder un poco de tiempo en diseñar bien su posición y los lúmenes necesarios (demasiado tenue como se puso de moda en restaurantes será muy romántico pero poco práctico, suerte de las linternas de los celulares...; demasiada cantidad de luz en un baño puede encandelillar…). Y esa supuesta pérdida de tiempo no aumenta para nada el presupuesto…
Lo decíamos al principio: confort, palabra fácil de definir, difícil de explicar y casi imposible de compartir.